martes, 17 de abril de 2012

En occidente, cuando se dibuja un círculo, se lo interpreta como un cero, como nada. Pero, en la India, un círculo significa la totalidad, el absoluto.
Dicen que,

en el cielo de Indra,
hay una red de perlas,

colocadas de tal modo,
que si uno mira a una

ve a todas las demás
reflejadas en ella.



...y de hecho es
todas los demás”


Sutra Avatamsaka

Del apego surge el sufrimiento;
del apego surge el miedo.
Para aquel que está libre de apego
ni hay dolor ni mucho menos miedo."
Buddha- Dhammapada

"Ante una mente quieta,
el Universo entero se rinde."
Chuang Tsé


http://youtu.be/ORth2M2XkSs

lunes, 16 de abril de 2012

Los 6 Consejos del Sabio Tilopa (Bengala, 988-1069)

1° No recuerdes,

...deja ir lo que ya pasó



2° No imagines,

...deja ir lo que puede venir.


3° No pienses,

...deja ir lo que sucede ahora.


4° No examines,

...no trates de interpretar nada.



5° No controles,

...no trates de hacer que algo suceda.


6° Descansa, ...relájate ahora, y descansa.

domingo, 8 de abril de 2012

http://youtu.be/8TcWojZW8Qg

Loyong

...necesitamos cultivar el pensamiento de que los demás seres sentientes son tan
preciados y valiosos.




...cuando piensas sólo en ti, se estrecha el punto de mira de tu mente y, debido a este enfoque estrecho, las cosas desagradables se magnifican y te dan miedo, te hacen sentir incómodo y tedas cuenta de que estás sufriendo.Sin embargo, en el momento en que piensas en los demás sintiendo afecto por ellos, la mente se expande. Dentro de ese ángulo más amplio, los problemas personales parecen no tener importancia y ésta es la gran diferencia.

... Si te preocupas por los demás, manifestarás una fortaleza interior a pesar de tus propias situaciones difíciles. Con esta fortaleza, tus problemas personales parecerán más pequeños y menos fastidiosos. Cuando vas más allá de tus problemas y cuidas de los demás, adquieres fortaleza interior, confianza en ti mismo, valentía y una mayor sensación de serenidad...

...Lo fundamental, aquí, es que si no tienes capacidad para amarte a ti mismo,
simplemente no hay bases sobre las que construir un sincero afecto por los demás....

http://www.librosbudistas.es/descargas/adiestrar-mente/adiestrar-la-mente3.htm
http://youtu.be/y8YjtozRX1o

viernes, 30 de marzo de 2012

jueves, 22 de marzo de 2012

El amor reconoce al amor, y el odio reconoce al odio, cuando ves el amor en los demás, estás sientiendo amor porque es él quien lo reconoce.
El amor está en la alegría, está en la tristeza, está en el aire que respiramos, está aquí mismo.
Es algo profundo, se mueve con todo. El amor es dulce, es suave, no se impone sino que todo lo inunda suavemente, el amor es silencio de la mente.
Es lo que te hace ver que eres parte de un todo, que eres una gota en el océano, que tu eres el océano porque el océano està en Ti.
El amor es sentirte unido a todo, con compasión. El amor es verte reflejado en los demás. Y ser todo lo demás. Sentirte en armonía con todo, conservando tu originalidad.
El amor es creatividad, es inspiración, es sencillez, sensibilidad, silencio... El amor no necesita nada, porque todo lo incluye, no busca nada, porque todo lo tiene intrinsico.
El amor está en todas partes, sólo es necesario verlo y reconocerlo. El amor es lo que mueve el mundo.

martes, 20 de marzo de 2012

PEDI FUERZAS...
Y TUVE DIFICULTADES PARA HACERME FUERTE.

PEDI SABIDURIA...

Y TUVE PROBLEMAS PARA PODER RESOLVER.

PEDI CORAJE...
Y TUVE OBSTACULOS QUE SUPERAR.


PEDI AMOR...
...Y TUVE PERSONAS PARA AYUDAR.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Agradecer...


Aquel que te exigía siempre, haciéndote crecer en la grandeza.

Aquel que con su gran bondad te hizo ser sencillo.

Aquel que, desde su manera de ser, te ayudó a ser más humano,más sencillo,más sensible.

Gracias

martes, 13 de marzo de 2012

jueves, 23 de febrero de 2012

Morihei Ueshiba, EL ARTE DE LA PAZ

"Siempre practica el Arte de la Paz de una manera vibrante y alegre."...



"
La paz se origina con el fluir de las cosas,

su corazón es como el movimiento del viento y de las olas
."



Mantén siempre tu mente tan luminosa y clara como el vasto cielo, el gran océano y el pico más alto: vacía de todo pensamiento.


El Arte de la Paz no es fácil. Es una lucha hasta el fin, la matanza de los malos deseos y de la falsedad interior. En algunas ocasiones, la voz de la paz resuena como un trueno, sacudiendo a los seres humanos y sacándolos de su letargo.

Morihei Ueshiba, de su libro:EL ARTE DE LA PAZ

lunes, 13 de febrero de 2012


En este video de Whitney Houston dice: "for me music and love are the same thing" ;"para mí música y amor son la misma cosa..."... y es que cuando uno aplica el amor en las cosas que hace, llegan a salir unos resultados como el de este video:

martes, 31 de enero de 2012

http://youtu.be/f7nU5M1qe1w
http://youtu.be/Vpp7ZU-Qg
michel telo - ai se eu te pego

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sábado, 28 de enero de 2012

Despues de ver la película de René Mey se que el mundo lo mueve el Amor,y es el Amor que mueve la vida y el mundo.

Te recomiendo su película, dándole un clic al enlace:


Pintor: Eugene Von Blass


Pintor: Ferdinand Georg
"Se original. Se inventivo.
No imites. Se tu mismo.
Conócete a ti mismo. Reclama
tus derechos, cumple con tus
deberes. No descanses
en los laureles de los demás."

Rosario Persa

martes, 17 de enero de 2012

cançons de dansa



Cançons de dansa


La Maria té un vestit
que n'és de percal de França,
que se l'ha guanyat filant
i ballant la contradansa.

Maria, pel bé que et vull,
no et cassis a la Ribera,
que sols menjaràs bajoques
i flor de carabassera.

D'aquí fora veig la mar;
d'aquí fora veig l'arena;
em pensava que era el sol
i era la meva promesa.

Les noies de Pedra i Coma
totes van a veure al riu;
els de Monegal es queixen:
"l'aigua no ens enterboliu."

Marieta, Mariola,
no te'n cassis a Golmés,
que et faran anar al defora,
a plegar fems pels carrers.

Mare si marit me'n deu,
no me'l deu de la Mussara
que la boira sempre hi jeu
i la terra no m'agrada

En un lloc hi havia un ruc
no l'han dat ni l'han venut,
ni s'ha mort ni s'ha perdut
i en cap lloc no trobo el ruc.

Les perles son la riquesa
que guarda en son cor la mar
i les il.lusions les perles
del cor que està enamorat

Amor i interès un dia
n'enprengueren un viatge
i al fer les primeres passes
tingueren de separar-se.

lunes, 16 de enero de 2012


jueves, 29 de diciembre de 2011

Cançó popular

Mon petit oiseau

http://www.poissonrouge.com/songs/

Mon petit oiseau

a pris sa volée

Mon petit oiseau

a pris sa volée

a pris sa

a la volette

a pris sa

a la volette

a pris sa volée.

Est allée se mettre

sur un oranger

est allée se mettre

sur un oranger

sur un o

à la volette

sur un o

à la volette

sur un oranger

La branche était sèche

elle s'est cassée

La branche était sèche

elle s'est cassée

elle s'est

à la volette

elle s'est

à la volette

elle s'est cassée


Mon petit oiseau

où est tu bléssé?

mon petit oiseau

où t'es-tu bléssé?

où t'es- tu

à la volette

où t'es-tu

à la volette

où t'es-tu bléssé?

Me suis cassé l'aile

et tordu le pied

me suis cassé l'aile

et tordu le pied

et tordu

à la volette

et tordu

à la volette

et tordu le pied.


Mon petit oiseau

veux-tu te soigner?

mon petit oiseau

veux-tu te soigner?


Je veux me soigner

et me marier

je veux me soigner

et me marier

et me ma

à la volette

et me ma

à la volette

et me marier.

Me marier bien vite

sur un oranger

me marier bien vite

sur un oranger

sur un o

à la volette

sur un o

à la volette

sur un oranger.



El meu ocellet

va prendre el seu vol

El meu ocellet

va prendre el seu vol

va prendre el

va prendre el

va prendre el seu vol


Va anar a buscar

un taronger

a voletejar

un taronger

damunt d'un taronger

al vol

damunt d'un taronger

al vol


La branca s'asseca

es va trencar

La branca s'asseca

es va trencar

la branca estava seca

es va trencar

es va

al vol

es va

al vol

es va trencar.



El meu ocellet:

¿on t'has fet mal?

es va trencar l'ala

i torçat el peu.

i torçat

al vol

i torçat

al vol

i torçat el peu.




El meu ocellet

et vols curar?

el meu ocellet

et vols tu curar?

et vols tu

al vol

et vols tu

al vol

et vols tu curar?



canço popular




Nadal


!Fuente del sonido, Acción sin palabras
Haz brillar tu luz dentro de nosotros,entre nosotros y
fuera de nosotros, para que podamos hacerla útil.

Ayúdanos a seguir nuestro camino
respirando tan sólo el sentimiento
que emana de Ti. Nuestro Yo, en
el mismo paso, pueda estar con el
Tuyo.

Haznos sentir el alma de la Tierra
dentro de nosotros, pues, de esta forma,
sentiremos la Sabiduría que existe en todo.


Tú eres la Canción que se renueva de tiempo en tiempo

y que todo lo embellece.


Que Tu amor esté sólo donde crecen nuestras acciones.




martes, 19 de abril de 2011

Traduccion de un fragmento del libro: " La Petite Terre".

"Había una vez una tierra preciosa, una tierra como pocas hay en el mundo.

No era muy grande pero si rica en muchas cosas y los que allí vivían tenían todo lo que deseaban.

Pero... los que allí vivían carecían de sabiduría. Vivían rápidamente, sin tomarse el tiempo de saborear, de disfrutar.

No dedicaban nunca tiempo para escuchar, respirar..."

Un livre pour enfants pour initier les touts-petits à l'écologie.

Il y avait une fois une terre bien jolie, une terre comme il y en a peu dans l'univers.
Elle n'était pas bien grande mais riche de beaucoup de choses et ceux qui y vivaient avaient tout ce qu'ils voulaient.

Mais voilà ... ceux qui y vivaient manquaient de sagesse.

Ils vivaient vite, sans prendre le temps de goûter, de profiter. Ils ne prenaient jamais le temps d'écouter, de respirer.

Texte et illustrations : Aline de Pétigny


martes, 22 de diciembre de 2009

El abeto por Hans Christian Andersen

Estando con mi hijo, leyéndole cuentos, encontré uno que nos gustó, así que busqué la versión en su texto completo,y lo rescato para ponerlo aquí, Felices fiestas!!!

El abeto
por
Hans Christian Andersen


Allá en el bosque había un abeto, lindo y pequeñito. Crecía en un buen sitio, le daba el sol y no le faltaba aire, y a su alrededor se alzaban muchos compañeros mayores, tanto abetos como pinos.

Pero el pequeño abeto sólo suspiraba por crecer; no le importaban el calor del sol ni el frescor del aire, ni atendía a los niños de la aldea, que recorran el bosque en busca de fresas y frambuesas, charlando y correteando. A veces llegaban con un puchero lleno de los frutos recogidos, o con las fresas ensartadas en una paja, y, sentándose junto al menudo abeto, decían: «¡Qué pequeño y qué lindo es!». Pero el arbolito se enfurruñaba al oírlo.

Al año siguiente había ya crecido bastante, y lo mismo al otro año, pues en los abetos puede verse el número de años que tienen por los círculos de su tronco.

“¡Ay!, ¿por qué no he de ser yo tan alto como los demás?” -suspiraba el arbolillo-. Podría desplegar las ramas todo en derredor y mirar el ancho mundo desde la copa. Los pájaros harían sus nidos entre mis ramas, y cuando soplara el viento, podría mecerlas e inclinarlas con la distinción y elegancia de los otros.

Le eran indiferentes la luz del sol, las aves y las rojas nubes que, a la mañana y al atardecer, desfilaban en lo alto del cielo.

Cuando llegaba el invierno, y la nieve cubría el suelo con su rutilante manto blanco, muy a menudo pasaba una liebre, en veloz carrera, saltando por encima del arbolito. ¡Lo que se enfadaba el abeto! Pero transcurrieron dos inviernos más y el abeto había crecido ya bastante para que la liebre hubiese de desviarse y darle la vuelta. «¡Oh, crecer, crecer, llegar a ser muy alto y a contar años y años: esto es lo más hermoso que hay en el mundo!», pensaba el árbol.

En otoño se presentaban indefectiblemente los leñadores y cortaban algunos de los árboles más corpulentos. La cosa ocurría todos los años, y nuestro joven abeto, que estaba ya bastante crecido, sentía entonces un escalofrío de horror, pues los magníficos y soberbios troncos se desplomaban con estridentes crujidos y gran estruendo. Los hombres cortaban las ramas, y los árboles quedaban desnudos, larguiruchos y delgados; nadie los habría reconocido. Luego eran cargados en carros arrastrados por caballos, y sacados del bosque.

¿Adónde iban? ¿Qué suerte les aguardaba?

En primavera, cuando volvieron las golondrinas y las cigüeñas, les preguntó el abeto:

-¿No saben adónde los llevaron ¿No los han visto en alguna parte?

Las golondrinas nada sabían, pero la cigüeña adoptó una actitud cavilosa y, meneando la cabeza, dijo:

-Sí, creo que sí. Al venir de Egipto, me crucé con muchos barcos nuevos, que tenían mástiles espléndidos. Juraría que eran ellos, pues olían a abeto. Me dieron muchos recuerdos para ti. ¡Llevan tan alta la cabeza, con tanta altivez!

-¡Ah! ¡Ojalá fuera yo lo bastante alto para poder cruzar los mares! Pero, ¿qué es el mar, y qué aspecto tiene?

-¡Sería muy largo de contar! -exclamó la cigüeña, y se alejó.

-Alégrate de ser joven -decían los rayos del sol-; alégrate de ir creciendo sano y robusto, de la vida joven que hay en ti.

Y el viento le prodigaba sus besos, y el rocío vertía sobre él sus lágrimas, pero el abeto no lo comprendía.

Al acercarse las Navidades eran cortados árboles jóvenes, árboles que ni siquiera alcanzaban la talla ni la edad de nuestro abeto, el cual no tenía un momento de quietud ni reposo; le consumía el afán de salir de allí. Aquellos arbolitos -y eran siempre los más hermosos- conservaban todo su ramaje; los cargaban en carros tirados por caballos y se los llevaban del bosque.

«¿Adónde irán éstos? –se preguntaba el abeto-. No son mayores que yo; uno es incluso más bajito. ¿Y por qué les dejan las ramas? ¿Adónde van?».

-¡Nosotros lo sabemos, nosotros lo sabemos! -piaron los gorriones-. Allá, en la ciudad, hemos mirado por las ventanas. Sabemos adónde van. ¡Oh! No puedes imaginarte el esplendor y la magnificencia que les esperan. Mirando a través de los cristales vimos árboles plantados en el centro de una acogedora habitación, adornados con los objetos más preciosos: manzanas doradas, pastelillos, juguetes y centenares de velitas.

-¿Y después? -preguntó el abeto, temblando por todas sus ramas-. ¿Y después? ¿Qué sucedió después?

-Ya no vimos nada más. Pero es imposible pintar lo hermoso que era.

-¿Quién sabe si estoy destinado a recorrer también tan radiante camino? -exclamó gozoso el abeto-. Todavía es mejor que navegar por los mares. Estoy impaciente por que llegue Navidad. Ahora ya estoy tan crecido y desarrollado como los que se llevaron el año pasado. Quisiera estar ya en el carro, en la habitación calentita, con todo aquel esplendor y magnificencia. ¿Y luego? Porque claro está que luego vendrá algo aún mejor, algo más hermoso. Si no, ¿por qué me adornarían tanto? Sin duda me aguardan cosas aún más espléndidas y soberbias. Pero, ¿qué será? ¡Ay, qué sufrimiento, qué anhelo! Yo mismo no sé lo que me pasa.

-¡Gózate con nosotros! -le decían el aire y la luz del sol goza de tu lozana juventud bajo el cielo abierto.

Pero él permanecía insensible a aquellas bendiciones de la Naturaleza. Seguía creciendo, sin perder su verdor en invierno ni en verano, aquel su verdor oscuro. Las gentes, al verlo, decían: -¡Hermoso árbol!-. Y he ahí que, al llegar Navidad, fue el primero que cortaron. El hacha se hincó profundamente en su corazón; el árbol se derrumbó con un suspiro, experimentando un dolor y un desmayo que no lo dejaron pensar en la soñada felicidad. Ahora sentía tener que alejarse del lugar de su nacimiento, tener que abandonar el terruño donde había crecido. Sabía que nunca volvería a ver a sus viejos y queridos compañeros, ni a las matas y flores que lo rodeaban; tal vez ni siquiera a los pájaros. La despedida no tuvo nada de agradable.

El árbol no volvió en sí hasta el momento de ser descargado en el patio junto con otros, y entonces oyó la voz de un hombre que decía:

-¡Ese es magnífico! Nos quedaremos con él.

Y se acercaron los criados vestidos de gala y transportaron el abeto a una hermosa y espaciosa sala. De todas las paredes colgaban cuadros, y junto a la gran estufa de azulejos había grandes jarrones chinos con leones en las tapas; había también mecedoras, sofás de seda, grandes mesas cubiertas de libros ilustrados y juguetes, que a buen seguro valdrían cien veces cien escudos; por lo menos eso decían los niños. Hincaron el abeto en un voluminoso barril lleno de arena, pero no se veía que era un barril, pues de todo su alrededor pendía una tela verde, y estaba colocado sobre una gran alfombra de mil colores. ¡Cómo temblaba el árbol! ¿Qué vendría luego?

Criados y señoritas corrían de un lado para otro y no se cansaban de colgarle adornos y más adornos. En una rama sujetaban redecillas de papeles coloreados; en otra, confites y caramelos; colgaban manzanas doradas y nueces, cual si fuesen frutos del árbol, y ataron a las ramas más de cien velitas rojas, azules y blancas. Muñecas que parecían personas vivientes -nunca había visto el árbol cosa semejante- flotaban entre el verdor, y en lo más alto de la cúspide centelleaba una estrella de metal dorado. Era realmente magnífico, increíblemente magnífico.

-Esta noche -decían todos-, esta noche sí que brillará.

«¡Oh! -pensaba el árbol-, ¡ojalá fuese ya de noche! ¡Ojalá encendiesen pronto las luces! ¿Y qué sucederá luego? ¿Acaso vendrán a verme los árboles del bosque? ¿Volarán los gorriones frente a los cristales de las ventanas? ¿Seguiré aquí todo el verano y todo el invierno, tan primorosamente adornado?».

Creía estar enterado, desde luego; pero de momento era tal su impaciencia, que sufría fuertes dolores de corteza, y para un árbol el dolor de corteza es tan malo como para nosotros el de cabeza.

Al fin encendieron las luces. ¡Qué brillo y magnificencia! El árbol temblaba de emoción por todas sus ramas; tanto, que una de las velitas prendió fuego al verde. ¡Y se puso a arder de verdad!

-¡Dios nos ampare! -exclamaron las jovencitas, corriendo a apagarlo. El árbol tuvo que esforzarse por no temblar. ¡Qué fastidio! Le disgustaba perder algo de su esplendor; todo aquel brillo lo tenía como aturdido. He aquí que entonces se abrió la puerta de par en par, y un tropel de chiquillos se precipitó en la sala, que no parecía sino que iban a derribar el árbol; les seguían, más comedidas, las personas mayores. Los pequeños se quedaron clavados en el suelo, mudos de asombro, aunque sólo por un momento; enseguida se reanudó el alborozo; gritando con todas sus fuerzas, se pusieron a bailar en torno al árbol, del que fueron descolgándose uno tras otro los regalos.

«¿Qué hacen? -pensaba el abeto-. ¿Qué ocurrirá ahora?».

Las velas se consumían, y al llegar a las ramas eran apagadas. Y cuando todas quedaron extinguidas, se dio permiso a los niños para que se lanzasen al saqueo del árbol. ¡Oh, y cómo se lanzaron! Todas las ramas crujían; de no haber estado sujeto al techo por la cúspide con la estrella dorada, seguramente lo habrían derribado.

Los chiquillos saltaban por el salón con sus juguetes, y nadie se preocupaba ya del árbol, aparte la vieja ama, que, acercándose a él, se puso a mirar por entre las ramas. Pero sólo lo hacía por si había quedado olvidado un higo o una manzana.

-¡Un cuento, un cuento! - gritaron de pronto, los pequeños, y condujeron hasta el abeto a un hombre bajito y rollizo.

El hombre se sentó debajo de la copa.

-Pues así estamos en el bosque -dijo-, y el árbol puede sacar provecho, si escucha. Pero os contaré sólo un cuento y no más. ¿Prefieren el de Ivede-Avede o el de Klumpe-Dumpe, que se cayó por las escaleras y, no obstante, fue ensalzado y obtuvo a la princesa? ¿Qué os parece? Es un cuento muy bonito.

-¡Ivede-Avede! -pidieron unos, mientras los otros gritaban-: ¡Klumpe-Dumpe!

¡Menudo griterío y alboroto se armó! Sólo el abeto permanecía callado, pensando: «¿y yo, no cuento para nada? ¿No tengo ningún papel en todo esto?». Claro que tenía un papel, y bien que lo había desempeñado.

El hombre contó el cuento de Klumpe-Dumpe, que se cayó por las escaleras y, sin embargo, fue ensalzado y obtuvo a la princesa. Y los niños aplaudieron, gritando: -¡Otro, otro!-. Y querían oír también el de Ivede-Avede, pero tuvieron que contentarse con el de Klumpe-Dumpe. El abeto seguía silencioso y pensativo; nunca las aves del bosque habían contado una cosa igual. «Klumpe-Dumpe se cayó por las escaleras y, con todo, obtuvo a la princesa. De modo que así va el mundo» -pensó, creyendo que el relato era verdad, pues el narrador era un hombre muy afable-. «¿Quién sabe? Tal vez yo me caiga también por las escaleras y gane a una princesa». Y se alegró ante la idea de que al día siguiente volverían a colgarle luces y juguetes, oro y frutas.

«Mañana no voy a temblar -pensó-. Disfrutaré al verme tan engalanado. Mañana volveré a escuchar la historia de KlumpeDumpe, y quizá, también la de Ivede-Avede». Y el árbol se pasó toda la noche silencioso y sumido en sus pensamientos.

Por la mañana se presentaron los criados y la muchacha.

«Ya empieza otra vez la fiesta», pensó el abeto. Pero he aquí que lo sacaron de la habitación y, arrastrándolo escaleras arriba, lo dejaron en un rincón oscuro, al que no llegaba la luz del día.

«¿Qué significa esto? –se preguntó el árbol-. ¿Qué voy a hacer aquí? ¿Qué es lo que voy a oír desde aquí?». Y, apoyándose contra la pared, venga cavilar y más cavilar. Y por cierto que tuvo tiempo sobrado, pues iban transcurriendo los días y las noches sin que nadie se presentara; y cuando alguien lo hacía, era sólo para depositar grandes cajas en el rincón. El árbol quedó completamente ocultado; ¿era posible que se hubieran olvidado de él?

«Ahora es invierno allá fuera -pensó-. La tierra está dura y cubierta de nieve; los hombres no pueden plantarme; por eso me guardarán aquí, seguramente hasta la primavera. ¡Qué considerados son, y qué buenos! ¡Lástima que sea esto tan oscuro y tan solitario! No se ve ni un mísero lebrato. Bien considerado, el bosque tenía sus encantos, cuando la liebre pasaba saltando por el manto de nieve; pero entonces yo no podía soportarlo. ¡Esta soledad de ahora sí que es terrible!».

«Pip, pip», murmuró un ratoncillo, asomando quedamente, seguido a poco de otro; y, husmeando el abeto, se ocultaron entre sus ramas.

-¡Hace un frío de espanto! -dijeron-. Pero aquí se está bien. ¿Verdad, viejo abeto?

-¡Yo no soy viejo! -protestó el árbol-. Hay otros que son mucho más viejos que yo.

-¿De dónde vienes? ¿Y qué sabes? -preguntaron los ratoncillos. Eran terriblemente curiosos-. Háblanos del más bello lugar de la Tierra. ¿Has estado en él? ¿Has estado en la despensa, donde hay queso en los anaqueles y jamones colgando del techo, donde se baila a la luz de la vela y donde uno entra flaco y sale gordo?

-No lo conozco -respondió el árbol-; pero, en cambio, conozco el bosque, donde brilla el sol y cantan los pájaros -. Y les contó toda su infancia; y los ratoncillos, que jamás oyeran semejantes maravillas, lo escucharon y luego exclamaron: - ¡Cuántas cosas has visto! ¡Qué feliz has sido!

-¿Yo? -replicó el árbol; y se puso a reflexionar sobre lo que acababa de contarles-. Sí; en el fondo, aquéllos fueron tiempos dichosos. Pero a continuación les relató la Nochebuena, cuando lo habían adornado con dulces y velillas.

-¡Oh! -repitieron los ratones-, ¡y qué feliz has sido, viejo abeto!

-¡Digo que no soy viejo! -repitió el árbol-. Hasta este invierno no he salido del bosque. Estoy en lo mejor de la edad, sólo que he dado un gran estirón.

-¡Y qué bien sabes contar! -prosiguieron los ratoncillos; y a la noche siguiente volvieron con otros cuatro, para que oyesen también al árbol; y éste, cuanto más contaba, más se acordaba de todo y pensaba: «La verdad es que eran tiempos agradables aquéllos. Pero tal vez volverán, tal vez volverán. Klumpe-Dumpe se cayó por las escaleras y, no obstante, obtuvo a la princesa; quizás yo también consiga una». Y, de repente, el abeto se acordó de un abedul lindo y pequeñín de su bosque; para él era una auténtica y bella princesa.

-¿Quién es Klumpe-Dumpe? -preguntaron los ratoncillos. Entonces el abeto les narró toda la historia, sin dejarse una sola palabra; y los animales, de puro gozo, sentían ganas de trepar hasta la cima del árbol. La noche siguiente acudieron en mayor número aún, y el domingo se presentaron incluso dos ratas; pero a éstas el cuento no les pareció interesante, lo cual entristeció a los ratoncillos, que desde aquel momento lo tuvieron también en menos.

-¿Y no sabe usted más que un cuento? -inquirieron las ratas.

-Sólo sé éste -respondió el árbol-. Lo oí en la noche más feliz de mi vida; pero entonces no me daba cuenta de mi felicidad.

-Pero si es una historia la mar de aburrida. ¿No sabe ninguna de tocino y de velas de sebo? ¿Ninguna de despensas?

-No -confesó el árbol.

-Entonces, muchas gracias -replicaron las ratas, y se marcharon a reunirse con sus congéneres.

Al fin, los ratoncillos dejaron también de acudir, y el abeto suspiró: «¡Tan agradable como era tener aquí a esos traviesos ratoncillos, escuchando mis relatos! Ahora no tengo ni eso. Cuando salga de aquí, me resarciré del tiempo perdido».

Pero ¿iba a salir realmente? Pues sí; una buena mañana se presentaron unos hombres y comenzaron a rebuscar por el desván. Apartaron las cajas y sacaron el árbol al exterior. Cierto que lo tiraron al suelo sin muchos miramientos, pero un criado lo arrastró hacia la escalera, donde brillaba la luz del día.





«¡La vida empieza de nuevo!», pensó el árbol, sintiendo en el cuerpo el contacto del aire fresco y de los primeros rayos del sol; estaba ya en el patio. Todo sucedía muy rápidamente; el abeto se olvidó de sí mismo: ¡había tanto que ver a su alrededor! El patio estaba contiguo a un jardín, que era una ascua de flores; las rosas colgaban, frescas o fragantes, por encima de la diminuta verja; estaban en flor los tilos, y las golondrinas chillaban, volando: «¡Quirrevirrevit, ha vuelto mi hombrecito!». Pero no se referían al abeto.

«¡Ahora a vivir!», pensó éste alborozado, y extendió sus ramas. Pero, ¡ay!, estaban secas y amarillas; y allí lo dejaron entre hierbajos y espinos. La estrella de oropel seguía aún en su cúspide, y relucía a la luz del sol.

En el patio jugaban algunos de aquellos alegres muchachuelos que por Nochebuena estuvieron bailando en torno al abeto y que tanto lo habían admirado. Uno de ellos se le acercó corriendo y le arrancó la estrella dorada.

-¡Miren lo que hay todavía en este abeto, tan feo y viejo! -exclamó, subiéndose por las ramas y haciéndolas crujir bajo sus botas.

El árbol, al contemplar aquella magnificencia de flores y aquella lozanía del jardín y compararlas con su propio estado, sintió haber dejado el oscuro rincón del desván. Recordó su sana juventud en el bosque, la alegre Nochebuena y los ratoncillos que tan a gusto habían escuchado el cuento de Klumpe-Dumpe.

«¡Todo pasó, todo pasó! -dijo el pobre abeto-. ¿Por qué no supe gozar cuando era tiempo? Ahora todo ha terminado».

Vino el criado, y con un hacha cortó el árbol a pedazos, formando con ellos un montón de leña, que pronto ardió con clara llama bajo el gran caldero. El abeto suspiraba profundamente, y cada suspiro semejaba un pequeño disparo; por eso los chiquillos, que seguían jugando por allí, se acercaron al fuego y, sentándose y contemplándolo, exclamaban: «¡Pif, paf!». Pero a cada estallido, que no era sino un hondo suspiro, pensaba el árbol en un atardecer de verano en el bosque o en una noche de invierno, bajo el centellear de las estrellas; y pensaba en la Nochebuena y en KlumpeDumpe, el único cuento que oyera en su vida y que había aprendido a contar.

Y así hasta que estuvo del todo consumido.

Los niños jugaban en el jardín, y el menor de todos se había prendido en el pecho la estrella dorada que había llevado el árbol en la noche más feliz de su existencia. Pero aquella noche había pasado, y, con ella, el abeto y también el cuento: ¡adiós, adiós! Y éste es el destino de todos los cuentos.

FIN


http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/andersen/abeto.htm

martes, 1 de diciembre de 2009

ME DECLARO VIVO


ME DECLARO VIVO, Chamalú, indio Quechua.

"Saboreo cada acto.
Antes cuidaba que los demás no hablaran mal de mí,
entonces me portaba como los demás quería
y mi conciencia me censuraba.
Menos mal que a pesar de mi esforzada buena educación
siempre había alguien difamándome.
¡Cuánto agradezco a esa gente que me enseñó que la vida no es un escenario!
Desde entonces me atreví a ser como soy!

He viajado por todo el mundo, tengo amigos de todas las religiones; conozco gente extraña:
vegetarianos que devoran al prójimo con su intolerancia,
personas que caminan con un cartel que dicen: “Yo se más que tu”;
médicos que están peor que sus pacientes,
gente millonaria pero infeliz,
seres que se pasan el día quejándose, que se reúnen los domingos para quejarse por turnos,
gente que ha hecho de la estupidez su manera de vivir.

El árbol anciano me enseñó que todos somos lo mismo.

El que tu no veas los átomos, no significa que no existan.Por eso es muy importante que sea el Amor lo único que inspire tus actos.Sin Amor nada tiene sentido, sin Amor estamos perdidos, sin Amor corremos el riesgo de estar de nuevo transitando de espaldas a la luz.En realidad, sólo hablo para recordarte la importancia del silencio.

Anhelo que descubras el mensaje que se encuentra detrás de las palabras; no soy un sabio, sólo un enamorado de la vida.

El camino y la meta son lo mismo, no tenemos que correr hacia ninguna parte, sólo saber dar cada paso plenamente.

No, no te resistas, ríndete a la vida, quien acepta lo que es
y se habilita para hacer lo que puede,
entonces se encarnan las utopías y lo imposible se pone a disposición.

La mejor manera de ser feliz es: “ser feliz”;
reconstruye tu raíz y saborea la vida; somos como peces de mares profundos,
si salimos a la superficie reventamos.


La frivolidad y la intrascendencia condenan la vida a la muerte.
Cuando somos más grandes que lo que hacemos, nada puede desequilibrarnos,
pero cuando permitimos que las cosas sean más grandes que nosotros,
nuestro desequilibrio está garantizado.

El corazón está en emergencia por falta de amor, hay que volver a conquistar la vida, enamorarnos otra vez de ella;

nuestro potencial interior aflora espontáneamente cuando nos dejamos en paz.
Amo mi locura que me vacuna contra la estupidez, amo el amor que me inmuniza ante la infelicidad que pulula por doquier, infectando almas y atrofiando corazones. El amor es, a nivel sutil, la esencia de nuestra instancia inmunológica. Sin amor, el síndrome de inmunodeficiencia será adquirido inevitablemente y ello es mortal.


Desde mi corazón indígena sospecho que ser infeliz es una evasión. ¿Cuán fácil es hacer tonterías en este mundo moderno! Sospecho que el hombre empezó a equivocarse hace mucho tiempo, es decir que ya es tiempo de rectificar la marcha, y reorientando el paso, retomar la sagrada senda del sol. No es posible llegar a nuestro sitio sin trascender el egoísmo; no es posible acceder a la vida plena sin haberse purgado previamente de miedos y temores.

Disfruta de lo que tienes, recibe lo que venga, crea e inventa lo que necesites,
haz solo lo que puedas,
y fundamentalmente celebra lo que tengas.

La vida es un canto a la belleza,
una convocatoria a la transparencia,
cuando esto lo descubras desde la vivencia,
el viento volverá a ser tu amigo,
el árbol se tornará en maestro y
el amanecer en ritual,
la noche se vestirá de colores,
las estrellas hablarán el idioma del corazón
y el espíritu de la tierra
reposará otra vez tranquilo.

No importa lo que digan de ti… Lo que los demás esperan de ti
pueden convertirte en una cárcel;digan lo que digan de mí yo soy el que soy.


Citas del libro, “Me declaro Vivo” by Luis Espinoza (Chamalú), 1994 ]

domingo, 29 de noviembre de 2009

"Siendo el movimiento"... Aon.




"...Y cuando el artista,

sin importar qué arte domine,

vivencia esta fusión con lo que hace,

la expresión misma alcanza su pináculo.


El arte así vivenciado es para el artista,

como si fuera totalmente nuevo.



Ser uno con el movimiento

es una experiencia singular e intransmisible.

Y cuando eres uno con el movimiento desaparece

todo el pasado y únicamente queda el presente.

Sólo este momento...,sólo esta sensación.



... hay que recordar fundamentalmente que es un arte,

y un arte vivo... eso significa que puede seguir creciendo,

que puede seguir desarrollándose y abriéndose a nuevos horizontes.


Porque considero al T'ai Chi- Ch'i Kung como un arte y una ciencia

que están latiendo, por eso, digo que practicarlo es una experiencia viva del ser,

que no se condiciona a un modelo establecido:

sigue un patrón, pero no se condiciona a él definitivamente...


La propuesta de esta virtud es muy sencilla:

siente al movimiento como si fuese tu Ser... eres el movimiento.

Solemos pensar:" yo respiro" y por ello la experiencia de "ser la respiración" se diluye.

No son dos... es una unidad. Sólo hace falta sentirlo.


No pretendo la brillantez del movimiento, sinó la simpleza de ser el movimiento.

Ahora relájate, abandónate al movimiento, y no importa si lo que está sucediendo es bello o no. No juzgues. ¡Haz como los artistas! Fúndete en el movimiento y él será hermoso, más allá de las formas."


- Del libro Tai Chi Chi Kung sus virtudes de oro. Aon.-